La felicidad es olvido. Olvido de los demás y de uno mismo. Es tan triste.
La tristeza es un recuerdo. Recuerdo de lo que no sucedió, de lo que no se pudo hacer por los demás y por uno mismo. Es tan cruel.
Lo cruel es un recuerdo en olvido. Por eso ese personaje anclado en su porquedad sonríe mientras lastima intentando evitar su tristeza.
¿Entonces qué hay?
La verdad ahí hay nada… Lo que sobra de eso es lo que hay. El resto solo lo imaginamos para no sentirnos solos. Imaginamos nuestra imaginación y con esta sonreímos en el mejor de los casos. O sino…
Imaginamos nuestros triunfos, nuestros fracasos, el poder en su falta. Imaginamos nuestra identidad a partir de nuestras elecciones, decisiones. En otras palabras, ganas de vomitar lo que nos obligaron a tragar, hacerlo y seguir queriendo más.
KA
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